Ante un evento como la avulsión, se debe actuar de manera rápida y efectiva para preservar el diente.

El primer paso durante la emergencia es controlar la hemorragia, para lo cual se lava la zona con abundante agua y se coloca una gasa humedecida con agua oxigenada para que la persona la muerda suavemente y detener el sangrado.

También se pueden aplicar compresas frías en el área afectada para reducir la inflamación y el dolor.

Si la pieza dental afectada es parte de la dentición definitiva, se recomienda – en lo posible – que se reubique en el alvéolo sin tocar las raíces. En este caso es importante mantener el diente húmedo.

Se debe enjuagar el diente con agua fría durante 10 segundos, pero no se debe frotar, pues se podría eliminar parte del tejido de la raíz que será necesario para facilitar la reimplantación en el alvéolo. Para facilitar la conservación de la pieza dental se recomienda envolverla en una toalla de papel húmeda o introducirla en un vaso de leche, suero fisiológico o en solución salina para llevarla hasta el consultorio odontológico donde se recibirá la atención requerida.

Otra opción es colocar el diente en la boca de la persona hasta que llegue al punto de atención odontológica. Esta alternativa de conservación requiere que la persona este consciente.

El agua es el medio menos indicado para conservar la pieza dental, ya que desencadena el deterioro celular.

Si el diente afectado se reimplanta en un tiempo máximo de una hora después del accidente, se tiene una buena posibilidad de que se vuelva a adherir al alvéolo. Pasados 30 minutos, entre mayor sea el tiempo que el diente está fuera, son menores las probabilidades de un buen pronóstico.